Bienvenidos a la segunda parte de esta serie dedicada desarrollar la habilidad del ahorro. Para quienes nos empiezan a leer, en el artículo anterior proponíamos que al ahorrar fuéramos más allá de únicamente resguardar dinero en una alcancía o cuenta de ahorro, considerando al ahorro una habilidad de nuestro día a día que es posible mejorar a través de la práctica y la disciplina.
III Sé un cazador de ofertas y promociones
Con esto no me refiero a que derroches gasolina y tiempo yendo a diferentes lugares a realizar tus compras, sino que te mantengas atento e informado de las oportunidades que se presentan a tu alrededor. Una forma de hacerlo es suscribiéndote a las listas de correo electrónico de los lugares que frecuentas, de las marcas que prefieres o de los productos y servicios que usualmente buscas; otras manera es siguiéndolos en las redes sociales; en algunos casos, como con los boletos de avión, es posible configurar alertas que te avisen en automático de variaciones en los precios. Y claro está, nunca está de más preguntar por las promociones vigentes.
Caso de estudio: Curiosidad redituable
Me contaba una persona que un amigo le recomendó cierto fisioterapeuta para que le tratara durante el proceso de recuperación posterior a un accidente. Al llegar a su cita se topó con que había otros pacientes a los que aún no se les había atendido, así que no le quedo más que ser paciente y sentarse a esperar. En lo que esperaba observó unos volantes que estaban a un costado de la asistente del doctor y a los que al parecer nadie prestaba atención absortos en sus celulares, en la televisión del área de espera o en las revistas disponibles. Tomó uno de los volantes y grande fue su sorpresa al ver que eran del propio doctor, quien ofrecía un 50% de descuento en la primera consulta (la más cara por ser la de valoración) si el paciente era recomendado por otro paciente. Preguntó a la asistente la mecánica y ésta le comentó que la cita debía sacarla quien lo recomendaba. Sobra decir que esta persona se fue, le habló a su amigo y éste sacó otra cita, con lo cual se ahorró algo más de $300.
IV Cuando adquieras algo, ¡sácale jugo!
En muchas ocasiones compramos productos y los comenzamos a utilizar sin siquiera leer las instrucciones, lo que provoca que no los explotemos al máximo y que en ocasiones terminemos pagando por productos o servicios, ¡que en realidad no necesitábamos! Es por ello que es importante leer los instructivos, conversar con personas que compraron un producto semejante y suscribirse a páginas en Internet especializadas en el tema.
Caso de estudio: El deportista
Un compañero, después de acudir a una plática que ofrecieron en la empresa donde trabajamos sobre la importancia para la salud de mantenerse activo y en movimiento, decidió adquirir un cuenta-pasos sugerido durante el programa para así llevar el registro de los 6000 pasos que se recomendaba diera a diario para mantenerse sano, dando preferencia a la escalera sobre el elevador, a caminar sobre el auto, o a acudir a la oficina del colega laboral en vez de hablarle por teléfono. El gusto y orgullo por su cuenta-pasos se vino abajo cuando descubrió que existen aplicaciones gratuitas que permiten a su celular cumplir con esta función, y que incluso, el modelo que tenía traía de fábrica una de estas aplicaciones.
Caso de estudio: El seguro de responsabilidad civil
Gran número de personas adquieren un seguro para proteger su casa de robos y desastres naturales, pero como compran el seguro y lo guardan esperando nunca usarlo, no se enteran de que en muchos casos incluyen una cláusula RC, siglas de Responsabilidad Civil. ¿Para qué sirve esta cláusula? Supongamos que un niño está jugando con sus amigos béisbol, y que al dar un batazo tiene la mala suerte de romper con la pelota el panorámico de un automóvil. La reparación del daño podría llegar a costar incluso más de 10 mil pesos en algunos modelos. Pues bien, el RC cubre, precisamente, este tipo de daños, de manera que los padres del niño podrían pagarle al dueño del auto sin endeudarse ni dañar la economía familiar.
V No adquieras lo que no necesitas
Y con esto no me refiero únicamente a que no adquieras productos, sino que aún siendo un producto que sabes necesitas, confirmes que lo que estás adquiriendo realmente cubra tus requerimientos. Y es que la habilidad de ahorrar tiene poco que ver con comprar barato o con comprar sólo lo indispensable, teniendo una mayor relación con tu capacidad de evaluar objetivamente el producto que tienes ante ti así como el beneficio que podrás obtener de él.
Caso de estudio: El teléfono inteligente
Consideremos un teléfono inteligente de esos que tienen gran capacidad de memoria, un procesador rápido, y conexión veloz a Internet.
- Si se compra para dárselo a un niño, seguramente lo llenará de juegos de video volviéndose por tanto una consola de videojuegos muy cara.
- Si se le da a un adolescente muy posiblemente lo utilice para ver videos, escuchar canciones y meterse en redes sociales, convirtiéndolo así en un walkman caro ya que el tiempo que le dedica para coordinarse con compañeros y tomar fotografías para trabajos escolares es comparativamente reducido.
- Ahora bien, para un profesionista que mantiene sincronizados sus archivos de trabajo entre la computadora y el celular, que ha instalado aplicaciones que refuerzan la productividad, y que utiliza las redes sociales como herramientas de colaboración, el mismo celular es un producto económico, porque más allá del precio le permite incrementar su eficiencia lo cual puede servirle para generar mayores ingresos.
- Pero si quien compró el celular lo escogió debido a su bajo precio, es muy factible que al poco tiempo descubra que le quedó corto en cuanto a sus necesidades (como por ejemplo la falta de soporte de redes privadas, el que no permita instalar las aplicaciones de colaboración manejadas por el resto de sus compañeros de trabajo, o que tenga un espacio de almacenamiento reducido con respecto a la cantidad de video que necesita realizar), habiendo comprado por tanto una baratija haciendo realidad el dicho popular «Lo barato sale caro«.
No lo olvides: La práctica hace al maestro. Pon en práctica estas cinco acciones y en poco tiempo descubrirás que puedes destinar al ahorro más dinero del que hoy, con esfuerzo y sacrificio, logras separar.
¡Éxito!
Que tal Mauricio, buen día
En conclusión, no solamente debemos comparar precios, si no que también comparar el producto para convencernos de que es la mejor decisión y no comprar solo por que es un artículo de moda…
Muy interesante el artículo, gracias por compartir.
¡Exacto Francisco! Y aún el producto requiere ser comparado en sus diferentes presentaciones, porque a veces nos dan gato por liebre 😉
Gracias a ti por compartirnos tu opinión…