Los secretos para desarrollar la Habilidad del Ahorro – Parte I

Usualmente hablamos del «hábito del ahorro» como una de esas buenas costumbres que conviene tener y que buscamos fomentar en nuestros hijos. Pero hoy quisiera proponerles ir un poco más allá: ¿Por qué no considerarlo una habilidad? Si lo pensamos bien un hábito es una actividad que realizamos de manera mecánica, en automático, casi sin darnos cuenta de lo que hacemos como cuando nos lavamos los dientes. En cambio una habilidad es una capacidad que podemos mejorar, en la que podemos desarrollar destreza, así como Messi la demuestra en el control del balón o Madonna en la interpretación musical. Pero, ¿cómo lograrlo?

El hábito del ahorro se basa, principalmente, en separar un porcentaje del dinero que recibimos y meterlo en el cochinito o en la cuenta de ahorro. Y no digo que esté mal sino al contrario: como decíamos en un principio es una buena costumbre que todos deberíamos tener. El problema es que éste hábito tiene la debilidad de que se basa en que recibas dinero, por lo que si quieres incrementar tus ahorros, tendrías primero que incrementar tus ingresos. Es cierto que también existe la opción de reducir tus gastos para que de esta manera tuvieras más dinero disponible para ahorrar, pero nuevamente la solución se limita a sí misma ya que ¿cuánto más puedes realmente reducir tus gastos?

El punto es que también podemos generar ahorros a través de la compra inteligente y activa.

Le llamo «Compra Activa» porque requiere que estemos atentos de lo que ocurre a nuestro alrededor para reaccionar en el momento oportuno (al igual que Messi al recibir el balón frente a la portería), así como de planear acciones futuras en base a los recursos que tenemos hoy (tal como hace Madonna al preparar sus coreografías para una nueva gira mundial). Veamos algunos ejemplos para aterrizar el concepto:

I Los programas de lealtad

Hoy en día gran número de comercios y prestadores de servicios tienen este tipo de programas, donde buscando tu lealtad (es decir, que los prefieras a su competencia), te ofrecen monederos electrónicos donde se acumulan usualmente puntos que después puedes utilizar a su vez para comprarle más productos o contratar nuevamente sus servicios. Sé que no estoy diciendo nada nuevo pero, ¿realmente conoces todos los beneficios que tienes con tu tarjeta de puntos?

Caso de estudio: La alcancía

He visto a muchas personas que, cada vez que van a comprar a cierto supermercado, utilizan los puntos ganados para pagar sus cuentas siendo generalmente cantidades pequeñas. ¿Por qué no mejor dejar que se acumulen esos puntos? La idea sería acumularlos hasta alcanzar una cantidad tal que te permita pagar una cuenta grande, de manera que puedas disponer del efectivo que originalmente habías destinado gastar en el súper.

Caso de estudio: La visión

Hace poco un conocido tuvo la oportunidad de viajar en avión al centro del país comprando su boleto a través de Internet. La línea aérea que escogió tenía un programa de lealtad al cual decidió suscribirse. Un amigo le señaló que se necesitaban muchos kilómetros de vuelo para tener derecho a un vuelo gratis en territorio nacional – ya no digamos al extranjero – y por lo tanto lo consideraba como un engaño de la aerolínea. Pero había un detalle: Resulta que mi conocido se había fijado que una cadena de cines, una cadena de tintorerías e incluso otra de gasolineras utilizaban el mismo programa de lealtad. En eso pensó a la hora de suscribirse y no en la posibilidad de conseguir vuelos gratis. ¿Qué sucedió? Que los puntos ganados por el vuelo le pagaron una ida al cine entre otras cosas, con lo cual ahorró el dinero que hubiera tenido que gastar de otra forma.

II Vuelve un hábito el comparar precios

No me refiero únicamente a comparar calidad – precio (el famoso «Lo barato sale caro«), sino que en muchas ocasiones es más económico comprar varios envases pequeños que uno grande de un mismo producto (cuando lo que normalmente se piensa es que sale más barato comprar las presentaciones de mayor contenido), mientras que en otras hay ofertas engañosas en las cuales podemos caer si no tenemos una idea del precio real de los productos.

Caso de estudio: El club de compras

Conozco a unas personas quienes adquirieron una  suscripción a una tienda de ventas al mayoreo con la idea de aprovechar los buenos precios que se ofrecían al comprar productos de limpieza en envases de un galón para después dividirlo entre los participantes en partes iguales. Todo iba bien hasta que un día a uno de ellos se le ocurrió comparar el precio que pagaba por esos productos contra la presentación de medio litro para rellenar envases ya vacíos que manejaba el supermercado al cual acostumbraba ir ¡Y resultó que eran más baratas! Al final hizo números y descubrió que comprando los envases de medio litro en vez de los de galón, terminaba ahorrándose poco más de $85 al mes.

Caso de estudio: El tesoro escondido

Cierta persona había decidido comprar una televisión plana, por lo que sabiendo que se acercaba el Gran Fin salió a comparar precios un mes antes. Cuando finalmente llegó el fin de semana de precios bajos regresó a las tiendas encontrándose con que la mayoría no había aplicado descuentos, mientras que en algunas de las grandes cadenas pudo observar que el precio final de compra era apenas inferior al promedio de los precios que había consultado previamente a pesar de pregonar porcentajes de descuento interesantes. Desalentado fue a un supermercado a comprar algunas cosas que necesitaba, siendo su sorpresa que encontró la misma televisión que había estado cotizando sólo que con un importante reembolso vía la tarjeta de lealtad de la tienda. Sobra decir que compró ahí la televisión y que utilizó la tarjeta de lealtad para pagar sus compras subsiguientes, lo cual le significó un ahorro final de poco más del 45% respecto al costo del televisor.

Por lo pronto dejaré hasta este punto el tema para no hacer cansada la lectura, continuando con el tema en nuestra siguiente entrega en la cual compartiré con ustedes otras actividades siempre encaminadas a desarrollar y perfeccionar la habilidad de ahorrar.

Recuerda: la única manera de volvernos diestros en cualquier habilidad es a través de la práctica y la disciplina, así que si aún no llevas a cabo alguna de las actividades comentadas, no te esperes a la segunda parte ¡y empieza de una vez!

¡Éxito!

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