La vida en pareja conlleva muchos retos, entre ellos el manejo del dinero. Los temas relacionados a cómo distribuirlo y en qué utilizarlo -principalmente cuando hay carencia – suelen llevar a las parejas a desacuerdos y conflictos que en algunos casos conllevan peleas y discusiones, las cuales terminan lastimando profundamente la relación. Si bien cada pareja es distinta, hay algunas buenas prácticas que pueden ayudar no sólo en el diálogo y la comunicación, sino a mejorar la economía familiar.
La diferencia de ingresos
Es muy raro el caso en que ambos ganen lo mismo en sus respectivos empleos. Lo común es que uno gane más que el otro e incluso que uno de los dos tenga un trabajo no remunerado (incluyendo el cuidado del hogar), mas no por ello quien gana más debe menospreciar a quien gana menos, ni quien gana menos debe ver en su pareja a un proveedor.
El reconocimiento mutuo, la motivación para superarse según sus respectivos planes de vida y el apoyo en los objetivos y metas que cada uno tenga son fundamentales, tanto para la salud de la relación, como para alcanzar sus objetivos personales, laborales y financieros.
La distribución de los gastos
¿Qué es mejor? ¿Juntar ambos ingresos en un fondo común y de ahí realizar los pagos? ¿Nombrar un administrador de la economía familiar entregándole el dinero para que administre? ¿O quizá dividir los gastos de manera que cada uno sea responsable de cubrir aquellos que le correspondan? La realidad es que ninguna de las tres es una solución universal. Cada pareja debe encontrar la mejor manera de administrarse, pero eso sí, cumpliendo un principio básico:
Más allá de quién y cómo se gestione el dinero, los gastos deben ser distribuidos de manera que se cubran las necesidades de la familia (alimento, vestido, educación, esparcimiento), del hogar (luz, agua, mantenimiento a la casa y al vehículo) y del individuo (gustos y actividades personales), de manera equitativa y consensuada.
El manejo del crédito
¿Se han dado cuenta que en muchas ocasiones el uso que se da a la tarjeta de crédito es considerado como «privado»? Es decir, si se tiene la necesidad de usarla, se usa sin conversarlo con la pareja, lo cual se limita normalmente a los casos en que se compran cosas caras. Sin embargo, las tarjetas de crédito se saturan no por compras grandes y planeadas, sino por la facilidad de utilizarlas para tomar un café con las amigas o una cerveza con los cuates, poniendo el grito en el cielo cuando nuestro cónyuge cuestiona esos cargos ya que consideramos que «estamos en nuestro derecho».
Siempre hay que tener presente que las tarjetas de crédito sólo hay que utilizarlas cuando tenemos el dinero para pagarlas, y al hablar de finanzas en pareja, no debemos considerar el dinero que fue destinado a otros fines.
Como ejemplo de lo anterior, el dinero destinado para la renta no debe ser considerado a la hora de pensar en usar la tarjeta para pagar una cena, así sea precisamente con nuestra pareja.
La importancia del ahorro
Dicen que las parejas se complementan, y quizá por ello es común ver a un «manirroto» como pareja de un «tacaño». Nuevamente son el diálogo y el mutuo acuerdo los únicos que pueden resolver el dilema, debiendo decidirse el monto, objetivo y periodicidad en que se realizará ese ahorro.
Unas finanzas personales sanas pasan indiscutiblemente por el ahorro, lo cual se cumple en las finanzas en pareja. Y al hablar de grandes proyectos (en monto), hay que tener en cuenta que entre más pronto se empieza a ahorrar, más sencillo es llegar a los objetivos
Veamos un ejemplo: Si se quisieran obtener $10,000 y se tiene una cuenta de ahorro que da un interés del 5% anual, requerirían aportaciones de $65 mensuales si empezaran a ahorrar 10 años antes, $147 si empiezan 5 años antes y $812 si empezaran sólo un año antes.
La falta del dinero
«En época de bonanza todo es belleza» y las finanzas en pareja no son la excepción. Mientras los ingresos son suficientes para cubrir gastos, obligaciones y alguno que otro gusto, todo es miel sobre hojuelas (financieramente hablando). Pero en cuanto el dinero ya no alcanza, empiezan los señalamientos: «Si no gastaras tanto», «Si no hubieras comprado aquello», «Si ya hubieras exigido tu aumento», «Si tuvieras un trabajo de adeveras», «Si no te la pasaras todo el día holgazaneando en casa»… Y lo peor es que esas frases no ayudan a sacar adelante la economía familia, ni fortalecen los lazos de la pareja, ni tampoco fomentan el espíritu de colaboración.
En las épocas de crisis hay sólo dos caminos para salir adelante: recortando gastos y generando ingresos, por lo que en lugar de gastar nuestra energía en discusiones bizantinas, es mejor enfocar nuestros esfuerzos – y nuestro ingenio – en esos dos objetivos.
Al final las finanzas en pareja son como todo lo demás en la relación: para que florezcan se requiere paciencia, comunicación, mucho diálogo y una buena actitud.
¡Éxito!
Gracias excelente artículo.
Quiero preguntar si alguien sabe , como busco un bufete de abogados que ya no manejan un gasto de una compañía de teléfonos ala cual le debo desde hace 5 años pero salí del país y quiero arregla esto.
Gracias Camilo!
Respecto al bufete de abogados, no hay alguno en particular que te podamos recomendar. No es nuestro giro… Pero quizá lo sea de algún otro lector. Será cosa de esperar 😉
Me encantó este artículo !!!!! <3